Es paradójico que en la era de la información la mayoría de la gente no sepa con claridad y precisión qué es lo que ocurre a su alrededor, algo que se manifiesta con mayor relevancia en tiempo de crisis y pánico, como ha ocurrido por el virus de la influenza. Todos los días en todos los medios de comunicación, escuchamos, leemos, vemos, a personas hablando sobre el mismo tema y nosotros seguimos igual de confundidos, los datos que nos dan no sirven para quitarnos la incertidumbre que provoca miedo, pánico e inseguridad. En pocas palabras, tanta información vale para poca la cosa. La gran cantidad de información no implica que uno comprenda la realidad, más bien, comúnmente, la complica porque uno ya no sabe a quién creerle, en qué versión confiar. Por eso es mejor menos información y más calidad; o si no, por lo menos saber hacer una selección de las fuentes y no tratar de enterarse de todo, porque el que mucho abarca poco aprieta, me han contado.
A esto, súmenle la contrainformación, el rumor, las conversaciones cotidianas, el nerviosismo, la sospecha y el escepticismo que parece que traemos desde que nacimos la mayoría de los mexicanos y ese estar alerta y a la defensiva ante cualquier cosa que nos lleva a pensar que ya nos quieren fregar, como siempre. Por eso anda en todas las bocas la versión que de esto del virus es pura chingadera, que el gobierno nos quieren dar atole con el dedo y en un tono apocalíptico, que es un complot mundial y que nos van a chingar a todos por la crisis, que se nos necesita tener con miedo y pánico para poder hacer de nosotros lo que quieran, un gobierno autoritario, represivo, etc. Que algo anda muy mal en el país y en el mundo, que por qué vino Obama entonces sino es para preparar un boicot contra México, que esto de la influenza es la versión renovada del chupacabras...
Independientemente de que no veo elementos para considerar algo así, resulta interesante el pensamiento de los mexicanos ante cualquier situación que no logramos entender, que resulta confusa, contradictoria o exagerada por parte de las autoridades, al no haber información clara, uno tiende a sospechar cualquier cosa, o a inventar intrigas y confabulaciones contra uno y si no piensas eso es que eres un ingenuo, un tarado que no sabes cómo son los tejemanejes y las triquiñuelas del gobierno que como siempre trata de aprovecharse de los mexicanos. Nos hacemos las víctimas y pensamos que todos la traen contra nosotros, el presidente, los diputados, Obama, China y Europa. Y es que nadie ha visto a los muertos, nadie conoce a alguien que haya muerto por la influenza y en realidad la gente no piensa que sea tan grave, que todo es un engaño para mantener quieto al pueblo. En fin... lo curioso es que todos los que piensan eso dicen los mismos argumentos, es la misma versión, no hay diferencias, como un guión preestablecido, lo que lleva a pensar ¿quién es el autor de ese mensaje, de dónde proviene? ¿o está en el inconsciente colectivo? ¿Por qué todos dicen lo mismo, mi tía, mi abuelito, los correos de internet, la señora de los tacos, la secretaria, por qué, qué hay de común en ellos que los hace pensar así, dónde escucharon el rumor, por qué pensar que nos quieren hacer daño, que el gobierno siempre nos quiere chingar? Claro que esto tiene razones históricas que se fundamentan en la falta de soluciones verdaderas en cientos de años que causa que todo siga igual. Pero, insisto, de dónde proviene esa versión que se da en todos los ámbitos. Sería imposible averiguar porque es un rumor colectivo, y como tal es difícil identificar de dónde surge.
Sin embargo, podemos pensar que esa tradición de escepticismo hacia todo lo que dice el gobierno es muy peculiar de los mexicanos, que se debe a que las autoridades siempre se han manejado con discrecionalidad, a gobiernos autoritarios, a falta de educación cívica y a obstaculizar la formación de verdaderos ciudadanos, a que se piensa que el gobierno siempre se maneja de acuerdo a su interés y en lo oscurito, que en la tribuna dice una cosa, pero que en realidad hace otra, que es mejor pensar que si el presidente afirma algo es porque en realidad sucede lo contrario. Por eso nadie creyó lo del avionazo de Murillo, por eso surgió el rumor de que era un atentado. Pero ¿por qué no se confía en el gobierno? Sería bueno entender el origen de esa desconfianza, incluso para los políticos que deberían de estar preocupados por la falta de confianza generalizada hacia ellos. Aunque siempre hay que mantener la actitud crítica y no dejarse llevar por lo que le dicen a uno, a veces se llega a exageraciones y a pensar que si se dice blanco es porque es negro y así se nos va la vida, pensando y suponiendo que, otra vez, como siempre, nos quieren chingar.
Una duda más: ¿si la gente no confía en lo que le dicen, si no confía en el gobierno, si cree que la están engañando, que se viene algo grande contra nosotros, que siempre es lo mismo, que nos van a chingar, por qué carajos no hace nada? Esos argumentos, el engaño y que nos van a fregar, sería suficientes para crear un movimiento que exija cuentas, de una vez por todas, a las autoridades sobre todo lo que han causado contra el pueblo de México, un movimiento organizado que diga basta a todos los engaños y a que nos quiera ver la cara. Pero no hacemos nada, el mexicano sólo se conforma con protestar ante sus amigos y su familia, en quejarse a través de murmuros, le gusta hacerse la víctima, se queda viendo la televisión, no mueve un dedo para exigir un buen gobierno, no hace nada y todo sigue igual, como siempre. Una paradoja y a la vez una manifestación de la falta de educación ciudadana y política que nos hace falta.
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Es que dan motivos suficientes para no creerles nada, siempre con promesas incumplidas. Creo que independientemente de si, por ejemplo lo de la influenza, es verdad o mentira; lo importante es que esos rumores sólo dejan claro que hemos perdido la confianza en las autoridades. Y es que siempre es la misma historia, dicen uno y hacen otro; sin ir mucho tiempo atrás, ahí tenemos el aumento de impuestos.
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