viernes, 4 de junio de 2010

BUROCRACIA HECHA EN CU (II/II)

 
Los trabajadores sindicalizados son parte fundamental de la UNAM, organizan y participan en significativos actos políticos y culturales, pero el mal servicio que brindan a los universitarios –díganme a quién no le ha tocado– me ha puesto en contra de ellos.

He sabido que las secretarias de la Facultad de Química son especialistas en hacer sufrir a los alumnos (según me cuentan, disfrutan al ver los rostros agobiados): te hacen caras cada que vas a hacer algún trámite, se enojan fácilmente si les preguntas algo, te tratan como tonto si no entiendes sus explicaciones y para ellas casi siempre es imposible resolver tus problemas académicos.

Por mi parte, he tenido que dar vueltas y vueltas –no importa decir el nombre de la facultad o de la oficina, el problema es generalizado–, porque el encargado del departamento en el cual debo hacer el trámite no vino, o se fue a comer, o nadie sabe dónde anda, o ni va a llegar porque es día de pago y ese día los sindicalizados pueden faltar porque tienen que ir a cobrar su cheque al banco, y ya saben las filas que se hacen, las distracciones con que se pueden topar, los contratiempos… No han aceptado cobrar su quincena por medio de un depósito bancario, no, ¡cómo va a ser!, la tecnología esclaviza al pueblo, es mejor mandarla a volar. Su ausencia durante la jornada está justificada: prefieren sacrificar su trabajo y su tiempo, aunque pasen horas formados frente a la cajera para recibir su efectivo. Y a uno no le queda de otra: mejor venga el lunes, pero no tan temprano, ¿que no abren a las nueve?, sí, pero el licenciado llega y se va a desayunar, así que seguro lo encuentra después de las doce…

Cuando inicié los trámites para titularme, pasé momentos de verdadera angustia: algunas secretarias, además de lentas, me daban información errónea, una se equivocó en poner el título de la tesis, otra en mi nombre; di unas cuantas vueltas porque me faltaba un sello o una firma que me pudieron haber pedido con anticipación; el día que fui a entregar los papeles completos organizaron una junta los del STUNAM, sin previo aviso cerraron las oficinas y tuve que regresar en otra ocasión que gozaran de mejor humor.

Para terminar, mencionemos las marchas, esas que los del STUNAM no se pierden, a las que son tan afines y no pueden faltar porque es en favor de una causa social digna, su ausencia masiva se redime en un acto solidario por el bienestar del pueblo. Sin embargo, creo que los universitarios son quienes sufren las consecuencias, pero no quiero que se piense que siempre son las pobres víctimas, sólo deseo expresar que, sin que uno se lo espere, puede llegar cualquier día a Ciudad Universitaria y encontrarse con que no hay “pumas” para el transporte interno porque los conductores fueron a una manifestación; entonces uno tendrá que caminar o si tiene prisa o va muy lejos, tomar un taxi y sacrificar (por el bien del pueblo) su comida, que al fin y al cabo un día sin tragar no es nada.

Puede pasar también que llegues a recoger tu título –por fin, tras meses de espera– y justo ese día que pediste autorización en el trabajo, se les ocurre no abrir las oficinas (tu jefe te advirtió que era el último permiso) porque hubo aplicación de exámenes, y aunque dudas que para ello ocupen los escritorios y las ventanillas en donde despachan a los egresados, no puedes hacer nada: sientes impotencia y coraje. Entonces te preguntas si estas personas no tienen sensibilidad, si no piensan en los demás, si creen que uno tiene todo el tiempo del mundo o está a su disposición para cuando ellos quieran o qué chingados. Te resignas, tienes ganas de derribar la puerta, saltar la reja o golpear al vigilante, pasar por tu título e irte de allí, pero te aguantas, será para la otra, tuviste mala suerte esta vez…

Y regresas otro día, te dan el título sin ningún problema. Muchas felicidades, la secretaria nada más no te da un abrazo porque el vidrio se interpone, ¡felicidades!, y te vas contento, aunque al siguiente día sabes que descontarán más de 500 pesos de tu miserable quincena por haberte ausentado sin permiso. Eso te pasa por faltar (recuerdas que no perteneces al STUNAM). En fin, te dices: todo sea por el bien del pueblo.

morel

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