Lo insinuaste, tomaste el libro, querías saber que podría pasar, te recostaste y con el volumen entre tus manos pensaste y te concentraste en lo que deseabas, en cuál sería el camino. Con tu cabeza sobre las páginas cerradas, te decidiste a abrirlo donde dictara el azar o el destino. Y sucedió:
"Las cosas no pueden quedar duraderamente detenidas, por eso sigue ahora el signo: La Evolución. Evolución significa progresar."La respuesta te dejó satisfecho y quisiste saber qué más te podría decir el I Ching. Repetiste el procedimiento:
"Abajo, al borde de la montaña, sopla viento: la imagen del echarse a perder. Así el noble sacude a las gentes y fortalece su espíritu."Otra vez lo hizo. No podías creer cómo atinaba a tus pensamientos, a tus sentimientos, al estado de ánimo. Nuevamente la concentración, el azar y el destino:
"La instalación de un Pozo necesariamente ha de ser revuelta con el tiempo; por eso sigue ahora el signo: La Revolución.Esto ya no lo sentiste tan natural, tan instintivo. Lo intentaste nuevamente y fue la última porque la magia se había ido. Cerraste el libro con satisfacción por las respuestas que te dio el I Ching.
"La Revolución significa la eliminación de lo envejecido."
Revolución... revolución... Pensaste: ¿quién mejor para hablarte de ella que Francisco Ignacio Madero? Y te dirigiste a sus "Comunicaciones espíritas", tomas el libro, concentración, preguntas, deseos, la cabeza sobre el papel y de pronto lo abres y no ves nada que tenga que ver contigo, nada que te interese. Pero sigues buscando y encuentras en un rincón de la página estas palabras:
"¡Cuántas veces has estado a punto de conseguir el triunfo definitivo y sólo por falta de constancia, por falta de energía no lo has conseguido!"Los libros te hablan, se comunican. No sabes qué pensar y sólo atinas a murmurar: "¿Por qué me dicen esto?"
¿No será que somos personajes dentro de una trama literaria? Quizá nuestras charlas son maneras de salirnos de esa ficción y ver hacia afuera, lo real... como en Matriz, estamos descifrando el código y saldremos victoriosos, jaja.
ResponderEliminarRecordé un personaje que hacia esto de tomar un libro y dejar que le hablara, sale en una novela buenísima de Piglia, se llama Prisión Perpetua.
Los libros son muy buenos amigos. Me enloquecen cuando me hablan con tanta clarividencia y relatiividad,
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