miércoles, 30 de diciembre de 2009

¿Chocolate pirata?



Es diciembre en la Ciudad de México (y en todo el mundo). Los asalariados reciben su miserable aguinaldo y las tiendas y plazas están a reventar de tanta gente ansiosa de comprar antes de que el dinero vuele de sus manos y se den cuenta de que en realidad no tienen nada.

En la Ciudad de México hay un Metro, cuyos usuarios frecuentes no tendrán un feliz año 2010 porque pagarán un peso más por cada boleto que compren, en lugar de dárselo al niño de los chicles o al ciego que canta con voz lastimera.

El Metro -como muchos transportes subterráneos de este tipo en el mundo- se encuentra regularmente atestado de gente, de niños gritones, olores nauseabundos, vómito, desechos empalagosos, basura, policías de mirada furtiva, mujeres embarazadas, bebés chilapastrosos, de individuos sin destino, oficinistas, adolescentes, estudiantes, vagos, limosneros, miserables, contadores, secretarias, raterillos, malandrines y tal vez violadores; a fin de cuentas, es un lugar muy plural donde uno también puede encontrar vendedores ambulantes, quienes en esta época decembrina abundan con el afán de recibir los pesos que la gente está dispuesta a gastar porque es fin de año y uno tiene que regalar, ser generoso, acabarse su dinero y ser feliz por un momento, es la época en que nos podemos dar el privilegio de gozar de esa dicha que resulta de obtener algún bien material.

Pues bien, como a mí siempre me place estar a la moda, no estar fuera de onda y seguir los dictados que sugieren las buenas formas y las convenciones sociales, decidí darme una vuelta por el dichoso Metro y me encontré con una pequeña vendedora ambulante que ofertaba su mercancía con verdadera gracia y convencimiento, a tal grado que me persuadió de comprarle un chocolate -yo que ya me moría de hambre- marca Hershey's por tan solo cinco pesos. Al revisarlo por pura curiosidad, me di cuenta que la envoltura estaba medio eriza, el producto no tenía fecha de caducidad y no decía dónde se había fabricado; en cambio, mostraba unas letras ininteligibles para un ignorante como su servidor: supuse que eran árabes o, ya para no errarle, orientales.

Inmediatamente se me vino a la mente la idea de que había comprado una mercancía pirata, lo cual no es de extrañarse en este lugar y en este tiempo, porque casi todo lo que estos respetables señores ambulantes venden es pirata, de contrabando; ilegal, pues. Si ofertan discos, películas, lamparitas, plumas y bolsas, ¿por qué no vender un chocolate pirata?

Me comí sólo la mitad, la desconfianza le ganó al hambre y preferí tirar el resto. Minutos después, la calidad del chocolate (o el poder de mi mente o el Metro o el vómito que vi o tanta gente y tanto sol) me causó náuseas y dolor de estómago.

Nunca vuelvo a comprar de comer en los vagones del subterráneo. Sólo me quedó el recuerdo de esa chamaca que rehúye cualquier llamada de atención, de ese gesto indiferente de la vendedora cuando la observé con ojos inquisidores, después de descubrir la trampa de su venta, sólo guardo en la memoria cómo escapó al abrirse las puertas del vagón, sin voltear atrás, furtivamente, como escondida, como agachada, con su trenza de cabello negro colgándole y arrastrada por su cabeza morena con esos ojos tan pequeños, con esas manos cobrizas y frágiles que cargan la caja con los chocolates piratas que ofrecerá nuevamente a los compradores incautos en el vagón continuo. Seguramente no fui el único que le compró un chocolate ese día.


3 comentarios:

  1. Muy buena crónica esta del Xhocolate!

    Gracias por compartir, leí la entrada anterior al respecto del conductor de canal 22, y considero que no necesitas los descalificativos para referirte a alguien.
    Escribes chido, saludos!

    errorre.blogspot.com

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  2. Al parecer la entrada anterior fue puntillosa por los 'descalificativos'. Esta fotografía que lograste me causó tristeza por aquello de el aumento de precios en todo...más que la piratería es el engaño, el que la gente miente a conciencia y se burle de ti sin importarle otra cosa que su bienestar personal -medio gandallesco y egoísta-. Y el metro es una gran radiografía de lo mucho que acontece.
    Besos y bienvenido el nada alentador 2010, jeje!

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  3. Me lLevaste al escenario de los hechos. Escribes muy bien. Tu crónica tiene entrada gancho.
    Y si, cuidado con la piratería; digo, no todo es malo por ilegal qeu sea, pero hay artículos qeu no convienen en lo absoluto.
    Saludos!

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